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19 de noviembre de 2014

CUMPLEAÑOS FELIZ

Es casi 20 de noviembre. Paco nació en 1934 y cumple 80 años. 
FELICIDADES MAESTRO.
Celebra sus 80 años con un concierto en Sevilla. Difícil diagnosticar lo que se está preparando pero huele muy bien.
El concierto del pasado día 10 en París completó el afaro (y parece que Paco no gusta). El pasado día 10 fueron muchas las novedades. Esta es la mejor  que he leído.
Ambiente claramente ibérico y veterano -muy pocos jóvenes- el de anoche en el Théâtre des Champs Elysées de París ante el concierto-aniversario de Paco Ibáñez. Apretujones y ansiedad de un lleno total, entre saludos y abrazos en un español con acento francés, mezclado con un francés con acento español, de gente ya mayor y asentada aquí de tiempo. Esta es tierra de acogida y aquí se reúne la última, en el sentido de más reciente, generación de refugiados, emigrantes y agobiados ibéricos. El cantante formó parte de ella.

Paco Ibáñez (Valencia 1934), un hombre que se confiesa de triple identidad, dos ibéricas y una gala, vasca, francesa y catalana, según el orden cronológico de su biografía, fue uno de los que llegó aquí en los cuarenta, huyendo a través de la montaña vasca de la miseria, la opresión y el erial, para reunirse con el padre, un ebanista anarcosindicalista residente en Perpiñán.

Infancia en el caserío guipuzcoano de su tía, sin agua corriente ni electricidad, donde aprendió euskera entre vacas. De Perpiñán a París, donde llega casi analfabeto. Años después, a partir de 1964, de su primer disco con portada daliniana musicando a Gongora y García Lorca, del que ahora se cumple medio siglo, este cantante que nunca escribió un solo texto se convertiría en el principal transmisor de la gran poesía española del siglo de oro y los alrededores de la II República. Un público mayormente poco leído, por no decir francamente ignorante, el de aquel país triste y miserable de la dictadura al que la poesía universal en castellano le llegaba a través de la cucharilla musical de Paco Ibáñez.

Un pobre en París que repartía las castañuelas confeccionadas por su padre por los teatros de la ciudad de las luces y las libertades, hoy venida a menos pero aún brillante en su descontento y su murmullo ante la globalización que empuja el declive de Francia. Teatros como en el que, anoche, Ibáñez inició la gira de su octogenario cumpleaños, un Paco Ibáñez con su voz grave de siempre, una voz que ha perdido la fuerza sonora de antaño pero que conserva todo el espíritu.

Un concierto “con los amigos”; François Rabbath, el chelo que aparece en Andaluces de Jaén y en tantos otros acompañamientos, elegantes y minimalistas, de la sencilla música del cantante; Mario Mas a la guitarra flamenca, el bandoneón de César Stroccio, el saxo de Gorka Benítez y el acordeón de Joxan Goikoetxea; su propia hija, Alicia, y el hijo del pintor venezolano Jesús Soto, compañero de Ibáñez en su etapa parisina rasgando su arpa llanera con otros dos acompañantes.

No era en absoluto una orquesta, los músicos fueron pasando para acompañar puntualmente a Ibáñez en su cumpleaños. No fue un concierto para gustar a un público nostálgico, fue una celebración en compañía, entre amigos. Y funcionó: hubo plena conexión con el público que cantó -y sin desafinar- canciones enteras. Un poco de todo; desde el Soldadito de Bolivia, hasta Góngora y Quevedo, pasando por las Palabras para Julia. Sentimientos a flor de piel y rebeldía. Canciones en euskera, en hebreo, castellano y naturalmente en francés, “homenaje a este país que me acogió” y hacia el que son extremadamente raros los españoles exiliados o refugiados que no sientan gratitud o afinidad. Y en ese homenaje, Georges Brassens, “el trovador más grande de la historia”. Ignorando las peticiones del A galopar de Alberti, una canción quizá demasiado fuerte y enérgica para un octogenario, Ibáñez concluyó su concierto con el clásico de Brassens Les copains d'abord, una canción que los jóvenes franceses inquietos aún tatarean hoy mientras friegan los platos.

El cantante bautizó su concierto-aniversario con los amigos con la palabra Vivencias. Entre canción y canción, explicaciones sobre su vida, su trayectoria vital, infantil primavera vasca, juvenil verano parisino y ahora el otoño catalán afincado en una Barcelona que pierde el alma por momentos con su venta al turismo, dice. Nos enteramos, entre otras cosas, de su época de residente en Tel Aviv y de su fuerte vínculo personal con Israel, país que ama, pero con el Israel bueno, explicó, no con ese que aplasta palestinos. “Mi posición es clara”, dijo. La gira continuará en Sevilla, Barcelona y San Sebastián, con algunas prolongaciones en capitales europeas y latinoamericanas.

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